El viernes pasado, al final de la VII Jornada de sexualidad, surgió un debate muy interesante que me hizo pensar en un nuevo post.
Una mujer expuso un tema habitual entre las parejas. La queja es la siguiente: No me da tiempo de jugar a la seducción con mi pareja, porque en nada ya se ha excitado.
Entendemos por “jugar a la seducción”, cualquier acción que hagas para seducir a tu pareja (sea cual sea vuestro sexo).
Nos ponemos en situación. Dos personas, en este caso heterosexuales, que llevan ya un tiempo como pareja. De repente, se dan cuenta de que no hay seducción entre ellas (a veces ni siquiera hay muestras de cariño). ¿Qué es lo que ha pasado?
Aunque en el hombre también ocurre, lamentablemente, la mayoría de estas quejas son emitidas por la mujer, debido al gran peso de las ideas del patriarcado. En ningún caso se trata de algo genético o que vaya incorporado en el hecho de ser mujer, ya sabemos la gran influencia que han ejercido y que ejercen determinadas creencias sobre nosotras.
De hecho, una chica hizo una gran aportación al debate explicando que, en su caso, cuando seducía a otra mujer, no existían estos problemas de “y qué pensará de mí si doy el primer paso, tengo que esperar a que venga…”. Cosa que pone de manifiesto el gran peso de las creencias que todavía hoy dirigen la vida de algunas mujeres heterosexuales.
Aclarado esto, nos centramos en el caso. Pueden ser varios los motivos que sustentan esta situación:
– Divergencia entre el deseo sexual de la pareja.
A veces, cuando la diferencia entre ambos es muy grande, la persona con más apetito quiere aprovechar cualquier señal de acercamiento para propiciar un encuentro erótico. En consecuencia, la persona con menos apetito deja de emitir dichas señales (muestras de afecto como besos, abrazos, caricias, etc), para evitar la relación sexual.
Los mitos influyen aquí negativamente tanto en los hombres como en las mujeres. En ellos, porque parece que tienen que estar siempre dispuestos para demostrar su valía como machos y, en las mujeres, por el mito que te cuento en el siguiente punto.
– Creer en el mito (tan ampliamente extendido) de que el hombre siempre tiene que tomar la iniciativa.
Y si es la mujer la que da el primer paso y no llega a mantener una relación sexual, entonces es una X (aquí podría ir cualquier adjetivo absurdo que supongo que ya te imaginas). Pero resulta que una cosa es la seducción y, otra muy distinta, la excitación. Voy a ser clara: El hecho de que un hombre tenga una erección, no significa que su pareja deba responder con una relación sexual. Quizás te parezca muy básico, pero no tener clara esta diferencia puede conllevar grandes dosis de insatisfacción. Ya que si yo quiero simplemente jugar a seducir o mostrar afecto a mi pareja y creo que debo responder de forma inmediata a su respuesta sexual, me sentiré obligada o, si no lo hago, la culpa me invadirá.
Así que: ¡Asertividad! (no te pierdas el post que publicaré en breve dedicado a ella).
Es importante desprendernos de toda esta mitología sexual que nos han inculcado y liberarnos de tanta represión, para poder expresar claramente qué es lo que queremos y qué significan nuestras conductas.
La respuesta genital puede ser un indicador de que la seducción se está dando de forma positiva, pero no significa obligación en ningún caso. Y esto es algo que debe quedar claro en ambas partes de la pareja, para evitar la frustración y el malestar.
– Falta de comunicación.
Ligado al punto anterior. Cada persona tiene su historia e interpreta las acciones mediante su propio filtro. Así, mientras que para alguien una caricia puede significar una demostración de amor, para otra persona, la misma caricia lleva implícita una demanda sexual. ¡Y es maravilloso que así sea, ya que esto nos hace únic@s! Pero también hace que la comunicación sea fundamental dentro de la pareja. Si lo que quiero es que me entiendan, debo expresarme con claridad. Cuando alguien no te entiende, pregúntate si te estás explicando bien, sin pretender que te lea el pensamiento y sin creencias como “es que esto ya lo tendría que saber”.
Por si te sirve de ayuda, hace un tiempo escribí “Las 6 claves de la comunicación para crecer en pareja“.
Como siempre, antes de poner la responsabilidad en la otra persona, debo mirar qué es lo que puedo cambiar yo.
Y no olvides que lo que pasa en la cama es un reflejo de vuestra relación. Seducir significa hacer sentir especial a mi pareja, tenerla en cuenta, pensar en detalles que le gustarán y, por supuesto, erotizar el día a día. ¡No sólo el momento de meternos en la cama! De esta forma, también conseguimos que la tensión sexual crezca y que el deseo se mantenga.
Así que si te has sentido reflejad@ en este caso:
1. Piensa en qué estás contribuyendo a esta situación.
2. Habla con tu pareja.
3. Definid de qué manera queréis incorporar la seducción a vuestra relación y qué sentido tiene para cada un@.