Hoy voy a cederle este espacio a alguien muy especial que me ha dicho que tiene un mensaje muy importante para ti. Porque ya sabes que antes de decir “Te quiero”, hay que aprender a decir “Me quiero”. Te dejo con ella…
Hola, soy tu vagina.
Sí, la de “ahí abajo”. ¿Sabes? Tú para mí nunca has sido “la de ahí arriba”. Eres mi mejor amiga.
Quizá esto te sorprende porque puede que nunca hayas pensado en lo que yo sentía. Pero yo sí te escucho siempre. Incluso a veces siento que evitas decir mi nombre, como si te diera vergüenza o miedo nombrarme. O como si yo fuera una zona casi inexistente de tu cuerpo. Solo quiero que sepas que estoy contigo, que para mí, tú eres la otra parte del equipo y que estoy aquí para darte buenos momentos. Para disfrutar del placer y divertirnos. Así que, si me lo permites, me gustaría pedirte que me tocaras más, que me miraras y que me tuvieras presente. Que sintieras que soy una parte bonita de tu cuerpo. ¿Qué me dices? ¿Te apetece?
También me gustaría contarte algo. A veces tus emociones me han dicho que no te sentías bien con esa persona con la que ibas a tener relaciones sexuales pero tu mente me decía que no se atrevía a expresarlo. O que no te apetecía tener relaciones porque no estabas bien. O que sentías vergüenza, culpa o miedo. Y yo te he hecho caso y me he cerrado para que no tuvieras que pasar por esa vivencia. Pero tú seguiste adelante con la relación sexual y sé que te dolí. Yo solo quería ayudarte, hacer lo que realmente tú querías hacer pero no te atrevías: “Decir que no”. Y te lancé mensajes de dolor físico para que me (te) hicieras caso. Y sé que te enfadaste conmigo y lo siento mucho. Era la manera que encontré para intentar que te escuchases de verdad. Y lo mismo ha hecho mi vecino: el útero. Cuando siente que hay algún conflicto en tu interior, cuando siente que no estás bien con tu feminidad, con tu sexualidad, con las relaciones con los demás o contigo misma, se tensa para mandarte esas señales de aviso (que tú sientes en forma de dolor) para que pases a la acción y empieces a cuidarte. Sé que la sociedad ha normalizado todos esos dolores como parte del cuerpo de mujer, pero NO, no son normales. Diciendo, por ejemplo, que la menstruación y el dolor van de la mano y que la mujer tiene que pasar una media de 5 días al mes soportando dolores y medicándose para ello. Son avisos de que está pasando algo, igual que cualquier otro dolor del cuerpo. Avisos de que hay que parar y prestarse atención.
Me encantaría que de la misma manera que vas al gimnasio a cuidar de otros músculos del cuerpo, también ejercitaras los que están en mi zona. Y así los mantendríamos elásticos, tonificados y flexibles y disfrutaríamos más de las relaciones sexuales y evitaríamos problemas como la incontinencia urinaria. ¿Qué te parece?
Ah! También tengo un mensaje de la vulva (que por cierto, no somos la misma cosa, ella es la que está por fuera, en el jardín, yo soy la de dentro). El caso es que ella quiere decirte que no le gusta que le pongas jabones fuertes ni productos químicos, como queriendo quitar su olor. Desea sentirse aceptada y querida tal y como es.
Y dicho esto, me gustaría que dedicases ahora unos minutos, con los ojos cerrados, a responderme mentalmente. Ese es el lenguaje que yo entiendo. Solo dime lo que sientes después de haber leído mi mensaje y cuál es tu decisión acerca de la relación que quieres que tengamos a partir de ahora. Sea cuál sea, la respetaré y seguiré aquí, contigo.
GRACIAS
Y tú, ¿cómo cuidas de la relación que tienes con tus genitales?
¡Feliz sexo!