La semana pasada tuve el privilegio de colaborar con Carolina Añanos y Clara Carbó para el artículo Sexualitat i afectivitat: ¿Eduquem com cal? del diario Vilaweb.
En el enlace anterior encontraréis el artículo completo en catalán, así que os lo copio aquí traducido:
Sexualidad y afectividad: ¿Educamos como es necesario?
Los jóvenes tienen la sensación de no recibir una formación sexo-afectiva suficiente, a pesar del trabajo de las instituciones.
La sexualización de la sociedad es cada vez mayor y está más aceptada. La edad de las primeras relaciones sexuales también ha avanzado, en parte como consecuencia de los constantes estímulos sexuales que reciben los jóvenes del conjunto de la sociedad. Pero eso no quiere decir que el sexo haya dejado de ser un tema tabú, especialmente en edades tempranas.
Una sobreexposición peligrosa
El exceso de información que reciben los jóvenes no va acompañado de una adecuada formación en la sexualidad y muchos catalanes llegan a la adolescencia con una concepción engañosa e irreal del sexo. Terminan, en muchas ocasiones, teniendo dificultades a la hora de afrontar la sexualidad ya sea por desconocimiento, vergüenza, sentimiento de culpa …
Y es que disfrutar de la propia sexualidad, según la psicóloga y sexóloga Lara Castro, es una idea que todavía provoca miedo y que se suele asociar negativamente con libertinaje, promiscuidad y descontrol. Una buena muestra es el trato insuficiente que se da en muchas escuelas a la vertiente sexo-afectiva de los niños y jóvenes, a pesar de existir decenas de recursos al respecto.
El papel de la Administración
Los Departamentos de Salud y Educación lo trabajan conjuntamente dentro de un programa de promoción de la salud. Albert Giménez y Massat, subdirector general de Promoción de la Salud, explica que la Generalitat pretende ayudar a los jóvenes a aprender a cuidarse y a relacionarse: En primaria se trabajan los valores y se se da énfasis a la autoestima y en secundaria los profesores tratan la afectividad y la sexualidad en sí. Todas estas líneas a seguir, especificadas en varias guías para los docentes, están incluidas en el currículo escolar, pero al final es cada centro y, en última instancia, cada profesor quien decide qué explicar a los alumnos y cómo hacerlo.
Esto provoca que en muchos casos, ya sea por falta de tiempo o implicación, la educación sexual se acabe limitando a la parte preventiva de la misma, explicando cómo evitar el SIDA, el embarazo y las infecciones de transmisión sexual (ITS). Se dejan de lado la afectividad, las emociones y el placer.
Para suplir esta carencia y reforzar la enseñanza, hace unos años que profesionales de la salud se desplazan a las escuelas e institutos para tener una consulta abierta con los alumnos que lo deseen. Esta medida, sin embargo, choca con la posibilidad de que los jóvenes se sientan cohibidos y, por lo tanto, se sientan lejos del profesional y les cueste hablar con él. Parece que los esfuerzos de la Generalitat no se ven reflejados en la cotidianidad de los adolescentes.
Una educación conjunta
Los profesionales tienen claro que la educación sexual y afectiva debe ser en colaboración. La escuela tiene un papel muy importante pero no debe ser el actor en solitario en el aprendizaje de los niños y jóvenes. La familia es a menudo la clave, un diccionario abierto las veintidós horas del día para responder dudas y para apoyar al hijo o hija en cualquier aspecto sentimental. “En la escuela y en el instituto me contaban cosas que ya sabía; tengo mucha confianza con mi madre y mi padre y todo lo que he aprendido ha venido de ellos” dice Anna Aguilar, ex-estudiante del Liceo Francés de Barcelona.
En paralelo a la escuela y a la familia, existen también los espacios de educación no formal: “caus” y “esplais” que trabajan la educación sexual en todas las edades. “Intentamos huir del modelo” Póntelo, pónselo” y dar más peso a qué es la sexualidad y a vivirla de forma diversa” describe Onda Lain, miembro del “Agrupament Escolta” de El Pi Les Corts, de Barcelona.
En definitiva, aquí más educación es más seguridad, pero el cómo es muy importante: los jóvenes deben poder llegar a desarrollar una sexualidad sana gracias a información de calidad. La educación sexual y afectiva no reside en la memorización de conceptos, y para poder sobrepasar esta vertiente técnica se debe realizar un trabajo conjunto. Queda mucho trabajo por hacer, y escuela, familia, espacios de ocio, profesionales de la salud y también medios de comunicación deberían ir de la mano para ofrecer una educación sexual integrada en todas las etapas de la vida de los niños y jóvenes. Una educación libre de estereotipos y prejuicios, con el respeto como base.
El punto de vista de jóvenes y profesionales
Mirando atrás, algunos jóvenes echan de menos un enfoque positivo en la educación sexual recibida; que se les hablara de prevención y riesgos pero que no se les desanimara a practicar el sexo. A mí me hubiera gustado que en la escuela me hubieran hablado del sexo como algo normal y natural, y no tener que recibir esta información solo de parte de amigos que eran más mayores o que ya habían tenido experiencias“, recuerda Alejandra Scherk , exalumna del colegio Jesús-María Sant Gervasi. En una época habitual de rebeldía como es la adolescencia, los mitos que se cuentan entre amigos y que corren por internet, unidos al énfasis que se hace en los colegios e institutos en la prohibición, la prevención y los riesgos que implica el sexo, hacen que, a menudo, los jóvenes entren en este mundo con una actitud de desafío y sin hacer mucho caso de las advertencias dadas.
La edad adecuada para empezar a hablar sobre sexo en las escuelas también es tema de controversia. En este sentido, la profesora de Educación para la Salud de la escuela IPSI de Barcelona, Anna Perera, considera que se debería empezar a enfatizar en el tratamiento de la sexualidad antes de la adolescencia -el centro trabaja la sexualidad como asignatura obligatoria en 6º-, y así evitar que la ayuda llegue demasiado tarde a los jóvenes. Opina, además, que el exceso informativo acaba siendo contraproducente. Es mejor dar pocos datos, pero muy claros, y dotarlos de los recursos necesarios para que puedan profundizar en sus dudas, ya sea en la escuela o en centros especializados en sexualidad, sostiene. Hace casi una decena de años que el centro imparte talleres sobre sexualidad y afectividad a tercero de ESO, valorados muy positivamente por el alumnado.
El peligro de la desinformación es ahora mayor con el incrementado uso de las nuevas tecnologías, que facilita el acceso a contenidos pornográficos. Estos muestran una visión mitificada del sexo y cargada de estereotipos de género donde la mujer queda subyugada al placer del hombre. La falta de formación sobre sexualidad contribuye a perpetuar la creencia en lo que presenta la pornografía. Y así, apunta Lara Castro, los jóvenes adquieren una visión de la sexualidad coitocèntrica y genitalista que los puede conducir a la insatisfacción y la frustración a la hora de practicar sexo, además de problemáticas como la eyaculación prematura o la disfunción eréctil ante la ansiedad de cumplir, en el caso de los chicos, y la dificultad para experimentar el orgasmo, en el caso de las chicas.
Por este motivo es vital, sostiene la sexóloga, la incidencia en la pluralidad de modelos y prácticas de la sexualidad. Se deben tener en cuenta todas las orientaciones sexuales, que actualmente están lejos de ser aceptadas y libres de prejuicios. El autoconocimiento, el desarrollo y la autoestima son aspectos claves a trabajar y hay que enfatizar, remarca Castro, en prácticas alternativas al coito que entrañen menos riesgos para la salud.
Espero que te haya gustado el artículo. ¡Gracias al equipo de Vilaweb por contar conmigo!
¡Feliz sexo!