¿Cuál dirías que es el órgano más importante de la sexualidad?
Exacto: El cerebro.
La mente puede actuar como facilitadora del placer y del orgasmo o puede alejarlos completamente.
Tal y como te comenté en el post que dediqué al 3r Congreso Mundial de Sexología , las fantasías sexuales son un capricho lúdico que nos acompaña siempre y que no presupone conductas. Como decía Freud, son representaciones no destinadas a ejecutarse, o si, pero todo depende de nuestra decisión. Ya que podemos tener fantasías que hagamos realidad y otras que guardemos para siempre en nuestra imaginación.
En este sentido, una pregunta habitual es si el hecho de fantasear con otra persona, predispone a la infidelidad. Lo cierto es que no. Una cosa es pensarlo y otra cosa muy distinta querer hacerlo. Un buen ejemplo de esta diferencia, son las fantasías de violación. Hay muchas personas que se excitan con este tipo de contenido erótico, pero esto no significa que quieran ser violadas en cuanto salgan a la calle.
¿Cuáles son los beneficios de las fantasías?
– Aumentan tu excitación.
– Te permiten explorar y “vivir en imaginación” tus deseos.
– Facilitan el orgasmo.
– Te proporcionan información sobre tu interior.
– Son una fuente de juego.
¿Qué tipos de fantasías existen?
Hay muchísimos tipos de fantasías, con mil matices distintos. Y de eso se trata, de coger una idea general y darle tu toque personal para que se adapte a ti y te produzca la máxima excitación.
Aquí tienes algunas ideas de fantasías:
– Dominar o ser dominad@.
– Ser otra persona (otra profesión, otro estilo de vida, otra edad…).
– Practicar sexo en un lugar público.
– Mantener relaciones con una persona del sexo contrario a tu orientación sexual.
– Participar en una orgía.
– Llevar a cabo un acto de exhibicionismo o de voyeurismo.
– Hacer determinadas prácticas sexuales que no has hecho nunca y que despiertan tu curiosidad (sexo anal, oral, bdsm…).
– Ser violad@.
– Reemplazar a la pareja actual.
– Practicar sexo con una persona desconocida.
– Ser el objeto sexual de alguien o que alguien sea el tuyo.
Y un largo etcétera.
En el libro de Roser Amills “Las 1001 fantasías más eróticas y salvajes de la historia”, puedes encontrar una recopilación de fantasías.
No voy a entrar a decir diferencias de fantasías entre hombres y mujeres, porque ya hay muchos artículos por Internet hablando del tema (que además suelen crear sentimientos de ser “rar@” si resulta que mis fantasías están en el listado del otro sexo), y en realidad, no existen grandes diferencias y nunca se puede generalizar. Es más, cualquier diferencia que pueda haber, responde más a la educación basada en los estereotipos de género que al simple hecho de ser hombre o mujer. En resumen: Cualquier fantasía es buena si es la que a ti te gusta y no te produce malestar.
¿Qué pueden provocar en ti las fantasías?
– Miedo de estar loc@ por tener ese tipo de fantasías.
– Culpa, debido a una educación sexual llena de mensajes negativos sobre el sexo (como puede ser desde la religión).
– Sentimiento de suciedad o de asco hacia un@ mism@.
– Vergüenza de tener esos pensamientos o de compartirlos con alguien por el miedo al juicio (cuando tienes miedo al juicio es que tú ya te estás juzgando).
– Rabia, tristeza…
Hay más mujeres que hombres que sufren sus fantasías en lugar de disfrutarlas. Pero, de nuevo, no se trata de algo genético, sino de la carga social recibida en cuanto a su sexualidad y a que eso “no es propio de mujeres maduras”.
Así, aunque hombres y mujeres tienen una cantidad similar de fantasías, nosotras tendemos a ocultarlas más.
Las fantasías pueden aparecer de forma espontánea o puedes provocarlas tú, para aumentar tu motivación sexual.
De hecho, aunque pienses que la creatividad no es tu punto fuerte, solo tienes que entrenarla y, poco a poco, verás como tu mente fantasea cada vez de una forma más fácil.
¿Cómo alimentar las fantasías?
Consultando todo tipo de material erótico: Lecturas, películas, imágenes, exposiciones de arte, música… Y, sobre todo, dándote permiso para explorar tu mente sin filtros. Desprendiéndote de todos los mensajes negativos que te han inculcado y abriendo tu mente al juego y a la diversión.
Si no tienes claro qué escenas son las que más te excitan, te animo a escribir tu propia fantasía. Descríbela con todos los detalles y fíjate en aquellos elementos que más te gustan. Es tu fantasía: Puedes modificar, quitar y añadir todo lo que tú quieras. Cualquier elemento será bienvenido. Tal y como te decía en el artículo ¿A qué juegas con tu pareja?, el sexo es el juego de las personas adultas. ¿Qué razón de peso puede haber que te impida disfrutar de él?
Este es también un buen ejercicio para hacer en pareja. Imaginad que os encargan escribir el guión de una película erótica/pornográfica para una gran productora. ¿Cuál va a ser vuestra historia?
Y ya que hablamos de la pareja:
¿Compartir o no compartir?
Si bien es cierto que al compartir una fantasía, esta pierde la exclusividad, también pueden animar vuestra vida sexual y aumentar la complicidad entre vosotr@s.
Eso sí, es importante pensar en qué impacto puede tener esa fantasía en tu pareja. No es lo mismo contar que fantaseas con practicar sexo anal, que decirle que te gustaría llevarte a la cama a tal persona concreta.
Y por último, recuerda que las fantasías: ¡Son una opción, no una obligación! Puedes tener una vida sexual totalmente satisfactoria sin usar fantasías.
¿Cuáles son tus fantasías?