Uno de los motivos de consulta más frecuentes que me encuentro en el Institut Gomà por parte de los hombres son los problemas con la erección en tres formatos distintos:
- “Pierdo la erección en cuanto la relación sexual va avanzando”. Habitualmente justo después de los juegos sexuales, en el momento de empezar a penetrar.
- “No consigo tener una erección en ningún momento del encuentro erótico”.
- “Tengo erección pero mi pene no está suficientemente duro”.
Y, como consecuencia de todo este estrés, también sienten una gran bajada en su libido. ¡Normal! Un hombre que está sufriendo por su erección, está viviendo la relación sexual como un examen y, por lo tanto, cada vez tiene menos ganas de pasar por ese momento tan desagradable. Así que el deseo sexual va bajando mientras aumenta la ansiedad.
Si una persona va a un encuentro erótico pensando que:
- “No lo voy a hacer bien”.
- “Tengo que demostrarle que valgo”.
- “No puedo mostrarme demasiado sexual o creerá que soy una puta”.
- “Tiene que ver que soy un macho y que aguanto muchísimo rato”.
- “Necesito que mi erección esté muy dura para que vea que soy muy potente”.
- “No puedo fallar”.
- “Tengo que ser su mejor amante”.
- …
Está creando una situación de estrés de tal nivel que su cuerpo cree que se encuentra ante un gran peligro y activa el Sistema Nervioso Simpático (SNS). Fíjate en la imagen que tienes a continuación, el SNS se encarga de las funciones que nos preparan para la acción (lucha y huída). En cambio, el Sistema Nervioso Parasimpático, se activa en situaciones de relax y nos permite, por ejemplo, disfrutar de la erección de nuestros genitales.
Así que cada vez que vas a una relación sexual exigiéndole a tu pene cómo tiene que ser la erección y centrando toda tu atención en él, automáticamente entras en estado de estrés y tu SNS se pone a trabajar.
¿Pero por qué tanta exigencia? ¿En qué hemos convertido las relaciones sexuales? ¿Cuál es el “para qué” del encuentro erótico? Demostrar, quedar bien, ser perfecto, no fallar… ¿Dónde queda el divertirse, jugar, compartir, sentir, disfrutar…? Si te encuentras en esta situación, piensa en lo que es una relación sexual para ti a día de hoy. Piensa en qué lugar has dejado la diversión y el placer y en qué lugar has colocado el amor hacia ti mismo. Sustituyéndolo por la exigencia, el rechazo, la frustración y los “debería”. ¡Y estás reduciendo todo el extenso mundo de las relaciones sexuales a unos pocos centímetros de tu cuerpo! Como siempre, nuestro cuerpo nos muestra con un síntoma físico algo que estamos haciendo con nosotros mismos y a lo que debemos prestar atención. Así que, una vez más (y a pesar del gran malestar que sientes ahora mismo), esta puede ser una gran oportunidad que te pone la vida delante para seguir creciendo y avanzando en el camino del bienestar.
¿Qué quieres que sea para ti una relación sexual?
¿Cómo podrías quererte mejor?
¡Feliz sexo!