Las zonas erógenas son aquellos puntos del cuerpo humano que producen sensaciones placenteras con apenas acariciarlos. Se trata de zonas que por el hecho de concentrar gran cantidad de terminaciones nerviosas, responden con una especial sensibilidad ante una estimulación adecuada.
Es importante remarcar que cada persona posee un mapa erógeno exclusivo y distinto. Es por esto que debemos explorar nuestro propio cuerpo y descubrir nuestras zonas erógenas. Además, el hecho de conocerlas, nos permitirá guiar a nuestra pareja para que nos estimule aquellos puntos que nos proporcionan más placer.
Cabello. Masajear el cuero cabelludo produce un relax muy placentero. Se pueden utilizar los pulgares para realizar suaves masajes circulares e ir deslizando delicadamente los dedos entre el cabello, aplicando diversos niveles de presión sobre la cabeza.
Oídos. Cuentan con una serie de terminaciones nerviosas que hacen que sean altamente sensibles. Hay dos partes que responden especialmente a la estimulación: el lóbulo y la parte trasera. Se pueden acariciar con los dedos, con los labios, con la lengua, con los dientes, con un suave aliento y con algunos objetos como las plumas o los pinceles.
Otra manera de estimular esta zona es diciendo palabras que agraden a nuestra pareja. Es por esto que se podría añadir a esta clasificación el pensamiento. Y es que, por ejemplo, las fantasías, por sí solas, pueden producir el orgasmo.
Boca. La sensibilidad de los labios aumenta con la excitación. La lengua permite realizar caricias en cualquier punto del cuerpo y, para muchos, es el vehículo para obtener los juegos sexuales más excitantes, sensuales y placenteros.
Cuello. Aquí se acumula la mayor parte de tensión y estrés durante el día. Los finos vellos de la parte trasera del cuello, producen una agradable sensación al ser acariciados. Masajeando esta zona se pueden obtener placenteros escalofríos.
Espalda. En esta zona se concentra una alta cantidad de terminaciones nerviosas. Frente al hueso sacro, donde se juntan espalda y trasero, existe una zona más sensible que el resto.
Senos. Acostumbran a ser muy sensibles sexualmente. A pesar de que los pezones son especialmente sensibles, no hay que olvidar el resto. Se pueden masajear suavemente e incluso utilizar diferentes partes del cuerpo para ello.
Abdomen. Las caricias en esta zona pueden resultar muy placenteras. Especialmente, el área que rodea al ombligo.
Glúteos. Se pueden hacer masajes que levanten y abran las nalgas, que las aplasten y cierren… Además, al ejercer presión sobre esta zona se está empujando el área pélvica hacia delante y esto produce una presión placentera en la pelvis.
Ingle. Esta zona contiene nódulos nerviosos muy sensibles que responden a suaves caricias.
Perineo. Es la zona entre el ano y la vagina y es muy sensible a la estimulación. En las mujeres, reacciona muy bien a la presión de los dedos o a las caricias circulares.
Pies. Están llenos de terminaciones nerviosas que proporcionan sensaciones placenteras. No obstante, hay que procurar presionar lo suficiente para no hacer cosquillas.
Punto G. La estimulación de esta zona puede resultar muy placentera e, incluso, conducir al orgasmo.