Debido
al modelo de sexualidad genitalizado que todavía hoy en día se
mantiene dominante, el coito, como herencia de la sociedad
patriarcal, continúa siendo el eje central de la mayoría de las relaciones sexuales.
Mientras que la realidad nos indica que 7 de cada 10 mujeres no
llegan al orgasmo mediante la penetración y, aún así, siguen
intentándolo y, tras cada frustración, continúan pensando
que existe algún tipo de problema en su anatomía. De la misma manera, la presión que reciben los hombres al pensar que no logran satisfacer a sus parejas, influye también en su autoestima.
al modelo de sexualidad genitalizado que todavía hoy en día se
mantiene dominante, el coito, como herencia de la sociedad
patriarcal, continúa siendo el eje central de la mayoría de las relaciones sexuales.
Mientras que la realidad nos indica que 7 de cada 10 mujeres no
llegan al orgasmo mediante la penetración y, aún así, siguen
intentándolo y, tras cada frustración, continúan pensando
que existe algún tipo de problema en su anatomía. De la misma manera, la presión que reciben los hombres al pensar que no logran satisfacer a sus parejas, influye también en su autoestima.
Pero si sacamos la sexualidad femenina del segundo plano en el que se ha mantenido siempre y si pensamos que el pene no equivale a la vagina, sino que la zona que concentra grandes terminaciones nerviosas (¡más de 8000!) en el cuerpo de la mujer es el clítoris, cuya única función es proporcionar placer, nos daremos cuenta de la importancia de ir más allá de la estimulación intravaginal.
Además, sabiendo que hoy en día el sexo ya no está exclusivamente ligado a
la reproducción, se hace inevitable desbancar esta visión coitocéntrica de la sexualidad. Nos tenemos
que olvidar de la idea de que existen orgasmos de primera y de
segunda división, cuando lo cierto es que, cualquier tipo de estimulación
que nos produzca satisfacción sexual, es igual de buena e igual
de válida. Sólo se trata de dar y de recibir placer,
independientemente de los caminos que utilice cada persona y cada
pareja. Nosotr@s somos l@s
responsables de nuestra sexualidad y de como decidimos vivirla y
experimentarla. ¿Cómo me voy a quejar de que mi pareja no me
proporciona placer si ni yo misma sé que es lo que me satisface
realmente? Debemos crear nuestro propio guión, cuestionarnos la educación sexual que recibimos y las creencias que hemos ido interiorizando a lo largo de nuestra vida y, sobre todo, darnos
el permiso para sentir placer y para dejarnos llevar por nuestras
sensaciones.
la reproducción, se hace inevitable desbancar esta visión coitocéntrica de la sexualidad. Nos tenemos
que olvidar de la idea de que existen orgasmos de primera y de
segunda división, cuando lo cierto es que, cualquier tipo de estimulación
que nos produzca satisfacción sexual, es igual de buena e igual
de válida. Sólo se trata de dar y de recibir placer,
independientemente de los caminos que utilice cada persona y cada
pareja. Nosotr@s somos l@s
responsables de nuestra sexualidad y de como decidimos vivirla y
experimentarla. ¿Cómo me voy a quejar de que mi pareja no me
proporciona placer si ni yo misma sé que es lo que me satisface
realmente? Debemos crear nuestro propio guión, cuestionarnos la educación sexual que recibimos y las creencias que hemos ido interiorizando a lo largo de nuestra vida y, sobre todo, darnos
el permiso para sentir placer y para dejarnos llevar por nuestras
sensaciones.
Precisamente
de esta concepción coitocéntrica de la sexualidad, proviene el nombre
de juegos preliminares, el cual engloba todas aquellas
prácticas sexuales que se realizan con el objetivo de predisponernos
y prepararnos para el coito. ¿Y si les llamamos simplemente juegos
eróticos? El cambio de adjetivo nos da la oportunidad de darles el papel protagonista
si así nos apetece. En lugar de otorgarle cada noche el privilegio
al coito, enriqueceremos nuestras relaciones abriendo todo un abanico
de posibilidades. Podemos imaginarnos cada encuentro sexual como un completo menú degustación en el que ir saboreando y descubriendo sensaciones, en lugar de ser un plato único con una simple y escasa guarnición.
de esta concepción coitocéntrica de la sexualidad, proviene el nombre
de juegos preliminares, el cual engloba todas aquellas
prácticas sexuales que se realizan con el objetivo de predisponernos
y prepararnos para el coito. ¿Y si les llamamos simplemente juegos
eróticos? El cambio de adjetivo nos da la oportunidad de darles el papel protagonista
si así nos apetece. En lugar de otorgarle cada noche el privilegio
al coito, enriqueceremos nuestras relaciones abriendo todo un abanico
de posibilidades. Podemos imaginarnos cada encuentro sexual como un completo menú degustación en el que ir saboreando y descubriendo sensaciones, en lugar de ser un plato único con una simple y escasa guarnición.
Dejemos volar nuestra
imaginación para enriquecer nuestra intimidad sexual y aprender de nuestro
propio cuerpo. Exploremos los diferentes caminos que nos llevan al placer y paseemos por ellos, de la misma forma que en un viaje disfrutamos de cada instante, cada imagen, cada olor, cada sensación, cada conversación, cada sonido… Y no sólo del destino elegido.
imaginación para enriquecer nuestra intimidad sexual y aprender de nuestro
propio cuerpo. Exploremos los diferentes caminos que nos llevan al placer y paseemos por ellos, de la misma forma que en un viaje disfrutamos de cada instante, cada imagen, cada olor, cada sensación, cada conversación, cada sonido… Y no sólo del destino elegido.
El
primer paso hacia la diversidad de caminos es el conocimiento del
propio placer ya que el mejor camino
hacia el placer en pareja es el autoconocimiento.
primer paso hacia la diversidad de caminos es el conocimiento del
propio placer ya que el mejor camino
hacia el placer en pareja es el autoconocimiento.
Psicóloga. Terapeuta Sexual y de Pareja.
Institut Gomà
No podria estar més ben expresat, això s'hauria d'explicar als centres educatius i ens estalviariem molts problemes en els/les adolescents.
Cuánta razón! deberíamos concebir el acto sexual como el conjunto de juegos eróticos y no exclusivamente la penetración, creo que es un cuestión cultural muy arraigada…