Muy frecuentemente vienen a la consulta parejas representadas por la dualidad Víctima-Culpable.
No es que cada un@ se identifique con uno de los dos roles (cosa que también sucede cuando, por ejemplo, vienen a reconstruir la pareja tras una infidelidad), sino que, en muchas de sus interacciones, cada un@ intenta adjudicarle la culpa a la otra persona. Esa persona con quien han decidido, en principio, compartir una vida feliz y, en cambio, todos sus esfuerzos diarios son para generar malestar.
¿Para qué? Para sentirse así libre de cargas, ya que si él/ella es culpable, tú eres víctima. Una manipulación en la que le dejas “en deuda” contigo. Porque el rol de víctima viene con una sensación de debilidad. “Pobre de mí que aguanto todo lo que (tú) me haces”. Y aquí está el primer error: Nadie es responsable de tus emociones. Solo tú.
Y las emociones son maravillosas porque nos dan muchísima información sobre nuestro interior y nos hablan de nuestra historia. Lo único es que no podemos traspasárselas a l@s demás.
Así que si, en situaciones recurrentes, eliges sentirte de determinada manera (puedes entristecerte, enfadarte, frustrarte… todo depende de cuál sea tu historia), no puedes culparle de eso (¡ni a ti! solo aceptarlo y respetártelo). Lo único que puedes hacer como pareja/equipo es expresar de manera asertiva cómo te siento y, entre l@s dos, buscar una solución constructiva a la situación.
El primer reto es: Hacerte responsable de tus emociones y sentimientos y trabajarlos para ver de dónde vienen, gestionarlos e integrarlos. Solo así puedes evolucionar individualmente y como pareja.
En cambio, es mucho más fácil quedarte en la queja y centrarte en “lo mal que lo ha hecho” y el “error que ha cometido”, que revisar lo que se te está moviendo. De esta manera, tu pareja nunca “hará lo suficiente” para ti y tú podrás seguir eternamente en tu rol.
Es más, si no los trabajas y esa relación termina rompiéndose, lo más probable es que vuelvas a sentirte exactamente de la misma forma en la siguiente relación. Porque lo llevas dentro, NO está en la otra persona. Él/ella solo funciona de detonante.
Y ahí, es cuando empieza tu pérdida de libertad. Ya que tu vida se convierte en la reacción a las conductas de tu pareja pasadas por el filtro de la víctima. Obviamente, esto no solo ocurre dentro del mundo de la pareja, acompaño a muchas personas que viven como víctimas en las distintas áreas de su vida y que quieren dejar de fomentar ese rol para convertirse en personas autónomas.
De hecho, si vamos al origen de la palabra, encontramos que víctima es “el destinado al sacrificio”. En la Antigua Roma, era esa persona (o animal) que entregaba su vida a la divinidad. Es decir, que si te colocas como víctima, estás entregando tu libertad. ¿Es eso lo que quieres?
Te animo a reflexionar:
¿Te has colocado alguna vez en el rol de víctima? ¿Para qué?
¿Has estado en alguna relación en la que tu pareja se colocaba en ese rol? ¿Cómo te sentías tú?
Si lo haces actualmente:
¿De qué eres víctima?
¿Qué ganas al situarte como víctima? Aunque cueste de aceptar, siempre hay un beneficio. Por ejemplo, sentir que tienes el poder al manipular a la otra persona.
¿Qué estás perdiendo al situarte como víctima?
¿Qué emoción necesitas soltar para poder dejar atrás el rol de víctima?
¿En qué necesitas confiar de ti mism@ para conseguirlo?
¿Cómo quieres situarte en tu relación de pareja?
¿De qué has tomado consciencia?
¿Qué quieres empezar a hacer diferente?
Gracias por permitirte viajar a tu interior y reflexionar para seguir avanzando en tu crecimiento personal. No olvides que esto es un camino y que no se trata de “fustigarse” por sentirse de determinada forma. Se trata de reconocerlo, comprenderse y, desde el amor, seguir trabajándolo.
¡Feliz vida y feliz sexo!